ACCION CONJUNTA A LA SOMBRA DE ATLANTE.-
Contralmirante JOSE Mª TREVIÑO RUIZ. RGM, Octubre de 2002.
La primera operación militar española en la que intervinieron fuerzas terrestres, navales y aéreas, fue el desembarco de Alhucemas del 8 de septiembre de 1925, operación que, además de conjunta, fue combinada al intervenir unidades de la flota francesa, al mando del contralmirante Hallier.
Mandaba toda la operación el general Primo de Rivera, a la sazón presidente del Gobierno, Y sus mandos componentes eran el general Sanjurjo, al frente de la fuerza de desembarco; el vicealmirante Yolif, con las fuerzas navales, y el general Soriano, director de la aviación militar, como jefe de la Fuerza Aérea.
Tres cuartos de siglo más tarde, y teniendo de nuevo como escenario el norte de África, en este caso la minúscula isla del Perejil, se desarrolló la primera operación conjunta real desde la unificación de los tres ministerios militares, hace un cuarto de siglo, acción realizada bajo el mando operativo (OPCOM), del almirante general Moreno Barberá, jefe del Estado Mayor de la Defensa que promulgaría el plan de operaciones (OPLAN) y en la que intervendrían efectivos de los tres ejércitos, siendo el comandante de la Fuerza Operativa (COMANFOR) otro oficial general naval, el contralmirante Bringas, comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota (COMGRUFLOT), que tendría el OPCON o control operativo de la Fuerza. Como mandos componentes intervendrían el Mando Operativo Terrestre, que delegaría el planeamiento de la toma de la isla en sí en el jefe del reciente mente constituido Mando de Operaciones Especiales, el general Andréu, con sede en Rabassa (Alicante), y que tendría el Mando Táctico o TACOM de los efectivos terrestres.
El Mando Operativo Naval, a su vez, delegaría el planeamiento de la fase anterior a la operación propiamente dicha y el despliegue naval inicial en el almirante de la Flota, almirante Balbás, con su cuartel general en Rota, que delegaría previamente el TACOM de las unidades navales qué se encontraban desplegadas en el área en el comandante de la fragata Navarra, capitán de fragata Rodríguez Garat. Por último, todo lo referente a las operaciones de defensa aéreas sería delegado por el Mando Operativo Aéreo en el general jefe del Mando de Combate (GJMACOM), general Rubio, ubicado en la base aérea de Torrejón, y que tendría el TACOM de las unidades del Ejército del Aire, mostrando una gran flexibilidad y adaptación a la situación.
Cuando los periódicos del viernes 12 de julio de 2002 anunciaron en su primera página la ocupación de la española isla del Perejil, por parte de una docena de gendarmes marroquíes, pocos sabían dónde ubicarla y casi nadie de su azarosa historia.
Como un farallón costero entre Punta Leona y Punta Almarsa, oculta a los distraídos ojos de los buques mercantes que a diario transitan por el estrecho de Gibraltar, la isla del Perejil se yergue, a seis millas de Ceuta, cual pétreo centinela frente a la costa marroquí, distante apenas 1,5 cables de su rocoso y escarpado perímetro. Su forma es casi triangular con una milla de bojeo; su lado mayor de apenas 500 metros y el menor de 300 le otorgan una superficie aproximada de unos 75.000 m2 formando una meseta con una altura máxima de 74 m, de escasa vegetación y carente de agua.
La isla fue posesión portuguesa desde el año de 1415, y albergó en épocas pretéritas alguna edificación para defenderse de las acometidas de los piratas berberiscos que merodeaban por sus costas, atentos al paso de los buques cristianos que cruzaban por el Estrecho. Tras la unión de los reinos de España y Portugal en la persona de Felipe II, la ciudad de Ceuta y la isla del Perejil pasaron en 1581 a la corona española, permaneciendo en ese mismo estatus al separarse España y Portugal, gracias al tratado firmado el 13 de marzo de 1663 – ratificado cinco años después - por el que el monarca español devolvía al lusitano todas las posesiones portuguesas menos la plaza fuerte de Ceuta – tras la celebración en la ciudad de un referéndum y la isla del Perejil,: desde entonces, la Muy Noble, Leal y Fidelísima.
A lo largo de su historia, en 1580, 1610, 1746 y 1762, los ingenieros militares españoles realizaron diferentes estudios para artillarla y controlar el Estrecho, pero siempre se abandonó el proyecto por oneroso. En 1808, y tras la invasión napoleónica, tropas españolas guarnecieron la isla hasta 1813, siguiendo los consejos de los ingleses, que a su vez trataron de ocuparla sin éxito en 1848. Por la firma de la paz de Wad Ras, el sultán de Marruecos cedía a Su Majestad la Reina de las Españas, "a perpetuidad y en pleno dominio y soberanía, todo el territorio comprendido desde el mar, siguiendo las alturas de la sierra Bullones, hasta el barranco de Anyera" – el “Arroyo de las Bombas” -. En 1887, el Gobierno español mandó construir un faro, izándose la bandera española de forma permanente. El 1 de abril de 1889, el sultán de Marruecos quiso colocar una garita de vigilancia en la isla, pero ante las protestas del gobierno español hubo de abandonar esa idea. Con el final del protectorado español de Marruecos en 1956, no se hizo ninguna referencia a la isla, que mantuvo una pequeña guarnición, compuesta por un cabo y cuatro soldados de la Compañía de Mar de Ceuta, hasta comienzos de los años 60, en que se retiró el último soldado. La última mención oficial de la isla vino en la presentación, ante el Congreso de los Diputados el 26 de febrero de 1986, del Estatuto de la Ciudad de Ceuta, que en su artículo 2.' del título preliminar decía así: "... el territorio de la ciudad de Ceuta es, junto con el Peñón de Vélez de la Gomera y la isla del Perejil, el comprendido en la delimitación actual de su territorio municipal".
Contralmirante JOSE Mª TREVIÑO RUIZ. RGM, Octubre de 2002.
La primera operación militar española en la que intervinieron fuerzas terrestres, navales y aéreas, fue el desembarco de Alhucemas del 8 de septiembre de 1925, operación que, además de conjunta, fue combinada al intervenir unidades de la flota francesa, al mando del contralmirante Hallier.
Mandaba toda la operación el general Primo de Rivera, a la sazón presidente del Gobierno, Y sus mandos componentes eran el general Sanjurjo, al frente de la fuerza de desembarco; el vicealmirante Yolif, con las fuerzas navales, y el general Soriano, director de la aviación militar, como jefe de la Fuerza Aérea.
Tres cuartos de siglo más tarde, y teniendo de nuevo como escenario el norte de África, en este caso la minúscula isla del Perejil, se desarrolló la primera operación conjunta real desde la unificación de los tres ministerios militares, hace un cuarto de siglo, acción realizada bajo el mando operativo (OPCOM), del almirante general Moreno Barberá, jefe del Estado Mayor de la Defensa que promulgaría el plan de operaciones (OPLAN) y en la que intervendrían efectivos de los tres ejércitos, siendo el comandante de la Fuerza Operativa (COMANFOR) otro oficial general naval, el contralmirante Bringas, comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota (COMGRUFLOT), que tendría el OPCON o control operativo de la Fuerza. Como mandos componentes intervendrían el Mando Operativo Terrestre, que delegaría el planeamiento de la toma de la isla en sí en el jefe del reciente mente constituido Mando de Operaciones Especiales, el general Andréu, con sede en Rabassa (Alicante), y que tendría el Mando Táctico o TACOM de los efectivos terrestres.
El Mando Operativo Naval, a su vez, delegaría el planeamiento de la fase anterior a la operación propiamente dicha y el despliegue naval inicial en el almirante de la Flota, almirante Balbás, con su cuartel general en Rota, que delegaría previamente el TACOM de las unidades navales qué se encontraban desplegadas en el área en el comandante de la fragata Navarra, capitán de fragata Rodríguez Garat. Por último, todo lo referente a las operaciones de defensa aéreas sería delegado por el Mando Operativo Aéreo en el general jefe del Mando de Combate (GJMACOM), general Rubio, ubicado en la base aérea de Torrejón, y que tendría el TACOM de las unidades del Ejército del Aire, mostrando una gran flexibilidad y adaptación a la situación.
Cuando los periódicos del viernes 12 de julio de 2002 anunciaron en su primera página la ocupación de la española isla del Perejil, por parte de una docena de gendarmes marroquíes, pocos sabían dónde ubicarla y casi nadie de su azarosa historia.
Como un farallón costero entre Punta Leona y Punta Almarsa, oculta a los distraídos ojos de los buques mercantes que a diario transitan por el estrecho de Gibraltar, la isla del Perejil se yergue, a seis millas de Ceuta, cual pétreo centinela frente a la costa marroquí, distante apenas 1,5 cables de su rocoso y escarpado perímetro. Su forma es casi triangular con una milla de bojeo; su lado mayor de apenas 500 metros y el menor de 300 le otorgan una superficie aproximada de unos 75.000 m2 formando una meseta con una altura máxima de 74 m, de escasa vegetación y carente de agua.
La isla fue posesión portuguesa desde el año de 1415, y albergó en épocas pretéritas alguna edificación para defenderse de las acometidas de los piratas berberiscos que merodeaban por sus costas, atentos al paso de los buques cristianos que cruzaban por el Estrecho. Tras la unión de los reinos de España y Portugal en la persona de Felipe II, la ciudad de Ceuta y la isla del Perejil pasaron en 1581 a la corona española, permaneciendo en ese mismo estatus al separarse España y Portugal, gracias al tratado firmado el 13 de marzo de 1663 – ratificado cinco años después - por el que el monarca español devolvía al lusitano todas las posesiones portuguesas menos la plaza fuerte de Ceuta – tras la celebración en la ciudad de un referéndum y la isla del Perejil,
A lo largo de su historia, en 1580, 1610, 1746 y 1762, los ingenieros militares españoles realizaron diferentes estudios para artillarla y controlar el Estrecho, pero siempre se abandonó el proyecto por oneroso. En 1808, y tras la invasión napoleónica, tropas españolas guarnecieron la isla hasta 1813, siguiendo los consejos de los ingleses, que a su vez trataron de ocuparla sin éxito en 1848. Por la firma de la paz de Wad Ras, el sultán de Marruecos cedía a Su Majestad la Reina de las Españas, "a perpetuidad y en pleno dominio y soberanía, todo el territorio comprendido desde el mar, siguiendo las alturas de la sierra Bullones, hasta el barranco de Anyera" – el “Arroyo de las Bombas” -. En 1887, el Gobierno español mandó construir un faro, izándose la bandera española de forma permanente. El 1 de abril de 1889, el sultán de Marruecos quiso colocar una garita de vigilancia en la isla, pero ante las protestas del gobierno español hubo de abandonar esa idea. Con el final del protectorado español de Marruecos en 1956, no se hizo ninguna referencia a la isla, que mantuvo una pequeña guarnición, compuesta por un cabo y cuatro soldados de la Compañía de Mar de Ceuta, hasta comienzos de los años 60, en que se retiró el último soldado. La última mención oficial de la isla vino en la presentación, ante el Congreso de los Diputados el 26 de febrero de 1986, del Estatuto de la Ciudad de Ceuta, que en su artículo 2.' del título preliminar decía así: "... el territorio de la ciudad de Ceuta es, junto con el Peñón de Vélez de la Gomera y la isla del Perejil, el comprendido en la delimitación actual de su territorio municipal".
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