NOS HAN DECLARADO LA GUERRA A TODOS LOS QUE NO SOMOS COMO ELLOS.-
Walid Phares es un libanés exiliado en los Estados Unidos. Abogado y con experiencia académica en la Universidad americana reside en la actualidad en el área metropolitana de Washington D.C. donde trabaja en la Fundación para la Defensa de la Democracia, un think-tank privado cuyo objetivo es la promoción y la extensión de la democracia liberal en el mundo.
Walid Phares no es un cualquiera al hablar del mundo musulmán y del extremismo islámico. Lleva años escribiendo sobre el peligro que representa el islamismo para Occidente y para los propios musulmanes que no son islamistas. Esto es, que no buscan imponer en la Tierra el proyecto purificador y totalitario de un Islam inamovible, revelado al profeta por el Mismo Aláh y del que sólo cabe aceptarlo en su totalidad, sin interpretación personal alguna.
Walid Phares saltó a la fama gracias a las entrevistas televisivas tras el 11 de septiembre de 2001. Los ataques sobre Nueva Cork y Washington y la repentina “revelación” popular de la figura de Ben Laden y su organización Al Qaeda hizo que surgieran muchas preguntas sobre quienes eran los asesinos y el por qué de sus acciones. Muchas de esas preguntas se dirigieron entonces al doctor Phares. En buena medida, el libro que comentamos, recién editado por Gota a Gota - la editorial de FAES, la fundación que preside José María Aznár - es una condensación y una profundización de las respuestas que su autor dio y sigue dando para tratar de explicar el fenómeno y la amenaza del Islam radical, el islamismo.
La edición original del libro en inglés era un gran repaso cronológico de cómo había nacido y se había desarrollado el extremismo islamista hasta convertirse en el terrorismo que hoy amenaza cualquier rincón del planeta en su sueño de reconstituir el Califato. En la publicación de Gota a Gota, además, se incluyen más de 70 páginas escritas para esta ocasión – y que no están en la versión inglesa - donde, además, el autor intenta evaluar el estado de la jihad en las distintas zonas del mundo donde ha hecho acto de presencia, desde Europa al Pacífico pasando por Oriente Medio. Aunque sólo fuera por estas páginas, ya merecería la pena leer el libro. Pero hay más, bastante más.
Para Walid Phares, la cosa es bien sencilla: el islamismo radical, cuya figura central es la jihad contra occidentes e infieles, cruzados, judíos y apostatas de la fe, ha dado pié a su versión más radical, el terrorismo de Al Qaeda. Y Al Qaeda, por mucho que nos cueste asimilarlo, nos ha declarado la guerra. Una guerra total que, según la visión de los islamistas, sólo puede conducirles a su victoria aplastante, a la instauración del reino de Aláh sobre las casa del Islam.
Ahora bien, aunque el mundo se quedara fijado en Al Qaeda desde el 11 de septiembre, la obra de Walid Phares nos viene a recordar dos cosas. La primera, que la jihad ya viene de lejos, con una protohistoria que arranca de la mano del terrorismo palestino de la década de los 70 y con una historia que comienza a finales de esa década, con la instauración de la República Islámica de Irán y los primeros pasos de la resistencia anti soviética en Afganistán. La guerra del Golfo de 1991 no haría sino acelerar su maduración. La década de los 90, de hecho, está sembrada de atentados conducidos por elementos de Al Qaeda, aunque, sin lugar a dudas, el más ambicioso y espectacular hasta la fecha haya sido el ataque coordinado del 11-S.
La segunda idea de Phares nos dice que Al Qaeda no ha creado a la jihad. Al contrario, Al Qaeda es un hijo de la jihad. Y, por lo tanto, no deberíamos concentrar tanto nuestra atención sobre esa organización terrorista – aunque sea con mucho la más letal de entre todas las organizaciones del terrorismo islámico -. Para Phares, Al Qaeda es el producto destilado de una ideología que se ha venido cocinando durante décadas y a la que hay que combatir de manera eficaz si de verdad se quiere vencer al terrorismo islamista.
Para Walid Phares la verdadera amenaza, pues, no es únicamente el terrorismo de Al Qaeda, sino principalmente una ideología extremista, totalitaria, islamo-fascista si se prefiere, que hunde sus orígenes en distintas patas y lugares, pero que ahora confluye con toda su intensidad y fuerza para convertirse en una insurgencia global. Esas patas, tal y como se describen en el libro, son esencialmente tres: el movimiento social, de abajo arriba, inspirado por los Hermanos Musulmanes, la organización creada en Egipto en los años 20 por Al-Banna y, tras su desaparición en 1946, liderada espiritualmente por Sayyid Qutb (1906-1966), tal vez el mayor y más influyente teórico del islamismo junto con el paquistaní Abul Ala Mawdudi (1903-1979); en segundo lugar, la vertiente oficialista, de arriba abajo, del Wahabismo en Arabia Saudita, donde a cambio de garantizar la legitimidad de la casa Saud, el gobierno otorgó carta blanca a los clérigos radicales, impulsándoles a propagar sus ideas anti modernizadoras y anti occidentales fuera de las fronteras de Arabia Saudita; y, en tercer lugar, el jomeinismo, en tanto que vertiente revolucionaria cuyo objetivo es colocar a la minoría chií como vanguardia y líder del mundo islámico, apoyándose en el control férreo del Estado persa.
El resultado de muchos años de acumulación de las enseñanzas de unos y otros ha sido la generación de una corriente de opinión y una forma de entender la vida profundamente cerrada, arcaica y que culpa de la falta de progreso y del estado actual del Islam no a los dirigentes musulmanes sino a los occidentales y a los judíos. La narrativa de este largo proceso, de más de 80 años, está espléndidamente desarrollada por Walid Phares en su obra.
Es interesante destacar también el análisis que realiza de los dos factores que han propulsado más recientemente el crecimiento espectacular del islamismo: por una parte, la acumulación de riqueza sobrevenida por la ganancias del petróleo (se calcula que los beneficios del alto precio del crudo le permitió invertir a Arabia Saudita el año pasado cerca de cinco mil millones de dólares en actividades de propagación del extremismo islamista); por otra, las ventajas de la aplicación de las nuevas tecnologías, como Internet, no sólo para diseminar la ideología del odio, la violencia y la muerte, sino para también mantener una comunidad virtual de los islamistas. Hoy, un joven como los que se inmoló en Londres el 7/7 o como los que perpetraron los atentados de Madrid del 11-M está más cerca de lo que se difunde desde un a cueva de Tora Bora que de sus vecinos. Sólo un clic en el teclado de su ordenador.
Y esto es un hecho más que relevante si se quiere confrontar el fenómeno de la propaganda islamista y frenar la tasa de reclutamiento de jóvenes radicales convertidos en terroristas de la noche a la mañana.
En fin, quienes piensan que la amenaza del terrorismo islámico y de Al Qaeda ha sido exagerada tienen como lectura obligada esta obra de Phares. Se darán cuenta de que eso sólo es la punta del iceberg de algo mucho mayor, una ola de Islam radical que está dominando la agenda del mundo musulmán y que amenaza con convertirse en un tsunami que todo lo arrasa. Para quienes sí creen en el riesgo existencial que significa para nosotros el terrorismo islámico, encontrarán en la obra de Walid Phares una exposición detallada de la ideología que alimenta la jihad, de sus orígenes intelectuales y de las etapas de su desarrollo. Y, tal y como ya he mencionado, en esta edición de Gota Gota, de su intento por dar respuesta a esa pregunta que se hizo hace unos meses el secretario de defensa americano, Donald Rumsfeld: ¿Pero estamos ganando o perdiendo esta guerra? Para una posible respuesta, lea el libro. Es lo mejor.
Del libro “La jihad del futuro”. Walid Phares. .Editorial Gota a Gota, Faes, Madrid 2006.
Walid Phares es un libanés exiliado en los Estados Unidos. Abogado y con experiencia académica en la Universidad americana reside en la actualidad en el área metropolitana de Washington D.C. donde trabaja en la Fundación para la Defensa de la Democracia, un think-tank privado cuyo objetivo es la promoción y la extensión de la democracia liberal en el mundo.
Walid Phares no es un cualquiera al hablar del mundo musulmán y del extremismo islámico. Lleva años escribiendo sobre el peligro que representa el islamismo para Occidente y para los propios musulmanes que no son islamistas. Esto es, que no buscan imponer en la Tierra el proyecto purificador y totalitario de un Islam inamovible, revelado al profeta por el Mismo Aláh y del que sólo cabe aceptarlo en su totalidad, sin interpretación personal alguna.
Walid Phares saltó a la fama gracias a las entrevistas televisivas tras el 11 de septiembre de 2001. Los ataques sobre Nueva Cork y Washington y la repentina “revelación” popular de la figura de Ben Laden y su organización Al Qaeda hizo que surgieran muchas preguntas sobre quienes eran los asesinos y el por qué de sus acciones. Muchas de esas preguntas se dirigieron entonces al doctor Phares. En buena medida, el libro que comentamos, recién editado por Gota a Gota - la editorial de FAES, la fundación que preside José María Aznár - es una condensación y una profundización de las respuestas que su autor dio y sigue dando para tratar de explicar el fenómeno y la amenaza del Islam radical, el islamismo.
La edición original del libro en inglés era un gran repaso cronológico de cómo había nacido y se había desarrollado el extremismo islamista hasta convertirse en el terrorismo que hoy amenaza cualquier rincón del planeta en su sueño de reconstituir el Califato. En la publicación de Gota a Gota, además, se incluyen más de 70 páginas escritas para esta ocasión – y que no están en la versión inglesa - donde, además, el autor intenta evaluar el estado de la jihad en las distintas zonas del mundo donde ha hecho acto de presencia, desde Europa al Pacífico pasando por Oriente Medio. Aunque sólo fuera por estas páginas, ya merecería la pena leer el libro. Pero hay más, bastante más.
Para Walid Phares, la cosa es bien sencilla: el islamismo radical, cuya figura central es la jihad contra occidentes e infieles, cruzados, judíos y apostatas de la fe, ha dado pié a su versión más radical, el terrorismo de Al Qaeda. Y Al Qaeda, por mucho que nos cueste asimilarlo, nos ha declarado la guerra. Una guerra total que, según la visión de los islamistas, sólo puede conducirles a su victoria aplastante, a la instauración del reino de Aláh sobre las casa del Islam.
Ahora bien, aunque el mundo se quedara fijado en Al Qaeda desde el 11 de septiembre, la obra de Walid Phares nos viene a recordar dos cosas. La primera, que la jihad ya viene de lejos, con una protohistoria que arranca de la mano del terrorismo palestino de la década de los 70 y con una historia que comienza a finales de esa década, con la instauración de la República Islámica de Irán y los primeros pasos de la resistencia anti soviética en Afganistán. La guerra del Golfo de 1991 no haría sino acelerar su maduración. La década de los 90, de hecho, está sembrada de atentados conducidos por elementos de Al Qaeda, aunque, sin lugar a dudas, el más ambicioso y espectacular hasta la fecha haya sido el ataque coordinado del 11-S.
La segunda idea de Phares nos dice que Al Qaeda no ha creado a la jihad. Al contrario, Al Qaeda es un hijo de la jihad. Y, por lo tanto, no deberíamos concentrar tanto nuestra atención sobre esa organización terrorista – aunque sea con mucho la más letal de entre todas las organizaciones del terrorismo islámico -. Para Phares, Al Qaeda es el producto destilado de una ideología que se ha venido cocinando durante décadas y a la que hay que combatir de manera eficaz si de verdad se quiere vencer al terrorismo islamista.
Para Walid Phares la verdadera amenaza, pues, no es únicamente el terrorismo de Al Qaeda, sino principalmente una ideología extremista, totalitaria, islamo-fascista si se prefiere, que hunde sus orígenes en distintas patas y lugares, pero que ahora confluye con toda su intensidad y fuerza para convertirse en una insurgencia global. Esas patas, tal y como se describen en el libro, son esencialmente tres: el movimiento social, de abajo arriba, inspirado por los Hermanos Musulmanes, la organización creada en Egipto en los años 20 por Al-Banna y, tras su desaparición en 1946, liderada espiritualmente por Sayyid Qutb (1906-1966), tal vez el mayor y más influyente teórico del islamismo junto con el paquistaní Abul Ala Mawdudi (1903-1979); en segundo lugar, la vertiente oficialista, de arriba abajo, del Wahabismo en Arabia Saudita, donde a cambio de garantizar la legitimidad de la casa Saud, el gobierno otorgó carta blanca a los clérigos radicales, impulsándoles a propagar sus ideas anti modernizadoras y anti occidentales fuera de las fronteras de Arabia Saudita; y, en tercer lugar, el jomeinismo, en tanto que vertiente revolucionaria cuyo objetivo es colocar a la minoría chií como vanguardia y líder del mundo islámico, apoyándose en el control férreo del Estado persa.
El resultado de muchos años de acumulación de las enseñanzas de unos y otros ha sido la generación de una corriente de opinión y una forma de entender la vida profundamente cerrada, arcaica y que culpa de la falta de progreso y del estado actual del Islam no a los dirigentes musulmanes sino a los occidentales y a los judíos. La narrativa de este largo proceso, de más de 80 años, está espléndidamente desarrollada por Walid Phares en su obra.
Es interesante destacar también el análisis que realiza de los dos factores que han propulsado más recientemente el crecimiento espectacular del islamismo: por una parte, la acumulación de riqueza sobrevenida por la ganancias del petróleo (se calcula que los beneficios del alto precio del crudo le permitió invertir a Arabia Saudita el año pasado cerca de cinco mil millones de dólares en actividades de propagación del extremismo islamista); por otra, las ventajas de la aplicación de las nuevas tecnologías, como Internet, no sólo para diseminar la ideología del odio, la violencia y la muerte, sino para también mantener una comunidad virtual de los islamistas. Hoy, un joven como los que se inmoló en Londres el 7/7 o como los que perpetraron los atentados de Madrid del 11-M está más cerca de lo que se difunde desde un a cueva de Tora Bora que de sus vecinos. Sólo un clic en el teclado de su ordenador.
Y esto es un hecho más que relevante si se quiere confrontar el fenómeno de la propaganda islamista y frenar la tasa de reclutamiento de jóvenes radicales convertidos en terroristas de la noche a la mañana.
En fin, quienes piensan que la amenaza del terrorismo islámico y de Al Qaeda ha sido exagerada tienen como lectura obligada esta obra de Phares. Se darán cuenta de que eso sólo es la punta del iceberg de algo mucho mayor, una ola de Islam radical que está dominando la agenda del mundo musulmán y que amenaza con convertirse en un tsunami que todo lo arrasa. Para quienes sí creen en el riesgo existencial que significa para nosotros el terrorismo islámico, encontrarán en la obra de Walid Phares una exposición detallada de la ideología que alimenta la jihad, de sus orígenes intelectuales y de las etapas de su desarrollo. Y, tal y como ya he mencionado, en esta edición de Gota Gota, de su intento por dar respuesta a esa pregunta que se hizo hace unos meses el secretario de defensa americano, Donald Rumsfeld: ¿Pero estamos ganando o perdiendo esta guerra? Para una posible respuesta, lea el libro. Es lo mejor.
Del libro “La jihad del futuro”. Walid Phares. .Editorial Gota a Gota, Faes, Madrid 2006.
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