Y LUEGO DICEN QUE PEREJIL ERA UNA “ISLA TONTA”.
UN PRESUNTO “COMPLOT” CONTRA MOHAMED VI, A PUNTO DE PROVOCAR UNA CRISIS HISPANO-MARROQUÍ.
Las sorprendentes acusaciones lanzadas por un ex agente de los servicios secretos marroquíes, Hisham Bouchti, de que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de Rodríguez Zapatero intentó reclutarle para organizar un complot contra Mohamed VI, han puesto las relaciones bilaterales al borde de una grave crisis de tal magnitud que medios políticos en Marruecos no descartan que ésta haya sido la principal razón del viaje de Su Majestad el Rey a Marruecos la semana pasada, interrumpiendo sus vacaciones en Mallorca. Hisham Bouchti, un joven militar sin graduación perteneciente a las Fuerzas Auxiliares, cuerpo que depende del Ministerio del Interior y no del Ejército, se presentó de manera rocambolesca en España a comienzos de año pidiendo "asilo político". Tras los interrogatorios pertinentes por los servicios de inteligencia españoles, el joven militar de 28 años vio denegada su petición. En Madrid se llegó a sospechar que su presencia en España no fue voluntaria, sino que obedecía a una operación programada por los servicios secretos marroquíes.
La sorpresa en los medios diplomáticos españoles fue mayúscula cuando tres días antes de la llegada de Don Juan Carlos a Casablanca, el periódico de tendencia socialista “Ahdat el Maghribiya” y el semanario “Maroc Hebdo” publicaron largas entrevistas con Hisham Bouchti, en las que éste afirmaba que los servicios de inteligencia españoles “trataron de reclutarle para hacer de él un opositor al régimen de Mohamed VI”. Ambos periódicos, muy cercanos al régimen, acusaban directamente al CNI de “intentar desestabilizar a Marruecos”; un CNI cuyo director, Alberto Sáiz, fue nombrado directamente por el presidente Rodríguez Zapatero y que depende del ministro de Defensa. Según medios políticos de Rabat, “la manipulación es obra de un sector del régimen marroquí que pretende torpedear el papel que está jugando España en relación con Marruecos, y que defiende los intereses franceses en el antiguo Protectorado colonial”.
Hace unos meses, el semanario “La Verité” observaba que “Marruecos siempre tuvo como principal interlocutor y aliado exterior a España. Tan sólo en la primera mitad de siglo XX, Francia ocupó el primer puesto, tras la firma del Acuerdo de Protectorado”. “Pero España está volviendo a ocupar el lugar que históricamente fue el suyo: primer socio internacional de Marruecos”, escribía el semanario. Este vuelco en las relaciones exteriores comenzó a delinearse durante los gobiernos de Felipe González y alcanzó sus máximos con el gobierno de Aznár. La ocupación por un grupo de militares marroquíes del islote Perejil rompió esa luna de miel ascendente, beneficiando de golpe al Gobierno francés, que no ocultó su apoyo a la “aventura marroquí en el peñasco”.
Las declaraciones de Hisham Bouchti a la prensa marroquí cobraron más relieve cuando el Fiscal del Rey ante el Tribunal de Apelación de Casablanca ordenó abrir una investigación, solicitando a la Brigada Nacional de la Policía Judicial que “cualquier persona implicada en este asunto sea presentada ante la justicia”, lo que supondría, según algunas fuentes marroquíes, que responsables y altos funcionarios españoles podrían ser llamados a comparecer ante el juez, quien por otra parte pretende desplazarse a Madrid para abrir las consecuentes diligencias. “Las declaraciones de Bouchti son, como mínimo, sorprendentes”, señalan fuentes diplomáticas. En efecto, España es posiblemente el único país que, desde la independencia de Marruecos en 1956, jamás estuvo implicado en maniobras subversivas contra el régimen alauita. En las Memorias de Hassan II, el antiguo rey desvela innumerables complots urdidos contra él por sus vecinos Argelia y Libia, y por países “amigos” como Francia y Estados Unidos. De España, ni una palabra. Y tras la muerte de Hassan II y la llegada al trono de Mohamed VI, los sucesivos gobiernos españoles han tenido la prudencia de hacer oídos sordos a los cantos de sirena de los opositores, algunos de ellos de peso, que han desfilado por España.
Sobre un trabajo de Pedro Canales, en "La Razón".
UN PRESUNTO “COMPLOT” CONTRA MOHAMED VI, A PUNTO DE PROVOCAR UNA CRISIS HISPANO-MARROQUÍ.
Las sorprendentes acusaciones lanzadas por un ex agente de los servicios secretos marroquíes, Hisham Bouchti, de que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de Rodríguez Zapatero intentó reclutarle para organizar un complot contra Mohamed VI, han puesto las relaciones bilaterales al borde de una grave crisis de tal magnitud que medios políticos en Marruecos no descartan que ésta haya sido la principal razón del viaje de Su Majestad el Rey a Marruecos la semana pasada, interrumpiendo sus vacaciones en Mallorca. Hisham Bouchti, un joven militar sin graduación perteneciente a las Fuerzas Auxiliares, cuerpo que depende del Ministerio del Interior y no del Ejército, se presentó de manera rocambolesca en España a comienzos de año pidiendo "asilo político". Tras los interrogatorios pertinentes por los servicios de inteligencia españoles, el joven militar de 28 años vio denegada su petición. En Madrid se llegó a sospechar que su presencia en España no fue voluntaria, sino que obedecía a una operación programada por los servicios secretos marroquíes.
La sorpresa en los medios diplomáticos españoles fue mayúscula cuando tres días antes de la llegada de Don Juan Carlos a Casablanca, el periódico de tendencia socialista “Ahdat el Maghribiya” y el semanario “Maroc Hebdo” publicaron largas entrevistas con Hisham Bouchti, en las que éste afirmaba que los servicios de inteligencia españoles “trataron de reclutarle para hacer de él un opositor al régimen de Mohamed VI”. Ambos periódicos, muy cercanos al régimen, acusaban directamente al CNI de “intentar desestabilizar a Marruecos”; un CNI cuyo director, Alberto Sáiz, fue nombrado directamente por el presidente Rodríguez Zapatero y que depende del ministro de Defensa. Según medios políticos de Rabat, “la manipulación es obra de un sector del régimen marroquí que pretende torpedear el papel que está jugando España en relación con Marruecos, y que defiende los intereses franceses en el antiguo Protectorado colonial”.
Hace unos meses, el semanario “La Verité” observaba que “Marruecos siempre tuvo como principal interlocutor y aliado exterior a España. Tan sólo en la primera mitad de siglo XX, Francia ocupó el primer puesto, tras la firma del Acuerdo de Protectorado”. “Pero España está volviendo a ocupar el lugar que históricamente fue el suyo: primer socio internacional de Marruecos”, escribía el semanario. Este vuelco en las relaciones exteriores comenzó a delinearse durante los gobiernos de Felipe González y alcanzó sus máximos con el gobierno de Aznár. La ocupación por un grupo de militares marroquíes del islote Perejil rompió esa luna de miel ascendente, beneficiando de golpe al Gobierno francés, que no ocultó su apoyo a la “aventura marroquí en el peñasco”.
Las declaraciones de Hisham Bouchti a la prensa marroquí cobraron más relieve cuando el Fiscal del Rey ante el Tribunal de Apelación de Casablanca ordenó abrir una investigación, solicitando a la Brigada Nacional de la Policía Judicial que “cualquier persona implicada en este asunto sea presentada ante la justicia”, lo que supondría, según algunas fuentes marroquíes, que responsables y altos funcionarios españoles podrían ser llamados a comparecer ante el juez, quien por otra parte pretende desplazarse a Madrid para abrir las consecuentes diligencias. “Las declaraciones de Bouchti son, como mínimo, sorprendentes”, señalan fuentes diplomáticas. En efecto, España es posiblemente el único país que, desde la independencia de Marruecos en 1956, jamás estuvo implicado en maniobras subversivas contra el régimen alauita. En las Memorias de Hassan II, el antiguo rey desvela innumerables complots urdidos contra él por sus vecinos Argelia y Libia, y por países “amigos” como Francia y Estados Unidos. De España, ni una palabra. Y tras la muerte de Hassan II y la llegada al trono de Mohamed VI, los sucesivos gobiernos españoles han tenido la prudencia de hacer oídos sordos a los cantos de sirena de los opositores, algunos de ellos de peso, que han desfilado por España.
Sobre un trabajo de Pedro Canales, en "La Razón".
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