Nitroglicerina.
El Mundo se despachó ayer con dos primicias. La más importante, con diferencia, se refiere a la nitroglicerina aparecida en una de las muestras recogidas en los focos donde tuvieron lugar las explosiones. Recuérdese que los ocho analistas encargados por el tribunal de hacer la prueba pericial más importante del juicio encontraron, en el polvo con el que los bomberos apagaron uno de los fuegos provocados por las explosiones, nitroglicerina.
La nitroglicerina es un componente del Titadyne, la dinamita que habitualmente emplea ETA debido a que posee grandes cantidades de ella tras un robo perpetrado en 1999. Además, la Goma 2 ECO, el explosivo que, según la versión oficial, emplearon los terroristas, no contiene nitroglicerina. Así que, en los focos de los trenes ya han aparecido dos componentes que no están presentes en la Goma 2 ECO y sí en el Titadyne: el dinitrotolueno (DNT) y la nitroglicerina. La presencia de DNT se ha justificado por la Policía alegando una supuesta contaminación, corroborada por el hecho de que la Goma 2 ECO hallada en la mochila de Vallecas, en la Renault Kangoo y en Leganés aparecía contaminada igualmente con DNT. No obstante, hay que recordar que sólo estaba contaminada con DNT la Goma 2 ECO custodiada por los TEDAX, no así la que, tras ser desactivado el artefacto que debía haber estallado al paso del AVE a la altura de Mocejón, se custodió en poder de la Guardia Civil y de la Audiencia Nacional. El hallazgo de la nitroglicerina en el polvo del extintor puede considerarse una prueba irrefutable de que lo que estalló, al menos en el foco de donde se recogió la muestra, uno de los de la estación de El Pozo, no fue Goma 2 ECO.
Pues bien, Alfonso Vega, jefe del laboratorio de la Policía Científica y uno de los ocho analistas encargados por el tribunal de averiguar qué estalló en los trenes, explica la presencia de la nitroglicerina alegando una nueva contaminación. Sin embargo, en este caso, la explicación carece de credibilidad, no sólo porque es inconcebible que las muestras se guarden en bolsas de material poroso, tal y como afirma, sino porque en el resto de las muestras guardadas en el mismo lugar no aparecen rastros de nitroglicerina. (Hay que recordar que todas las muestras recogidas en los focos fueron lavadas con agua y acetona durante su análisis en el laboratorio de los TEDAX y, al parecer, tal lavado impide que queden restos de la hipotética nitroglicerina que pudiera estar entre las sustancias que componían el explosivo empleado y que, como es lógico, el polvo de extintor recogido en El Pozo es la única muestra que no fue lavada). Si las muestras, custodiadas todas en una caja, estuvieron expuestas a una contaminación de nitroglicerina, lo lógico sería que todas ellas aparecieran contaminadas.
Este esfuerzo por defender la versión oficial por parte de un funcionario policial demuestra la importancia del hallazgo. Es fácil de entender. Todo el sumario se apoya en la Goma 2 ECO que adquirió El Chino a los asturianos y que apareció en los sitios ya citados, la mochila de Vallecas, la Renault Kangoo y en el piso de Leganés. Si, tal y como demuestra la aparición de nitroglicerina, el explosivo empleado en el atentado no fue Goma 2 ECO, se hacen inevitables algunas consecuencias: 1) a los efectos del juicio, no será posible condenar a ninguno de los que se sienta en el banquillo como autor del atentado; podrán serlo como inductores, aunque sin saber a quién indujeron; podrán serlo por integración en organización terrorista, por tráfico de explosivo, por obstrucción a la Justicia y por cuantas cosas más se quiera, pero no como autores; con ser esto grave para la imagen de España en el extranjero, esta es la menos importantes de las consecuencias; 2) habrá que empezar de nuevo la investigación, partiendo, casi tres años y medio después, casi de cero, lo que induce a pensar que ya no será posible averiguar toda la verdad; y 3) lo peor, habrá que investigar si la torpeza con la que se ha llevado la investigación – durante la cual no se realizó un análisis científico de los restos de los focos y ha habido que esperar a que lo ordenara el tribunal encargado de enjuiciar los hechos – está exclusivamente motivada por la negligencia o ha habido algo más por parte de algún funcionario.
Mentiras.
La jornada de ayer empezó en realidad el domingo, con un artículo de Pedro J. Ramírez en El Mundo en el que había dos cosas destacables: es el primer artículo de uno de los conspiracionistas más conspicuos en el que abiertamente se adelanta una hipótesis a la versión oficial: el 11 - M fue, según el director de El Mundo, una “joint venture”, esto es, obra a medias de islamistas y etarras. Lo curioso, en este punto es que Pedro J. no aporta nada que ya no se supiera, lo que a su vez hace preguntarse: ¿por qué no adelantó antes esta hipótesis?
Lo segundo que hay que destacar en él es la transcripción que hace de una conversación mantenida con Zapatero la noche del 11 - M, en el que el hoy Presidente de Gobierno ya acusó a Aznár de estar mintiendo al ocultar a la opinión pública la presencia de suicidas en los trenes, cosa que, al parecer, sabía de muy buena tinta, por tener gente dentro de la Policía. Con independencia de la irresponsabilidad de transmitir a un director de periódico lo que luego demostró ser una intoxicación, lo más notable es el obvio esfuerzo que dentro de la Policía se estaba haciendo por parte de funcionarios próximos al PSOE por consolidar la tesis islamista recurriendo a pruebas inexistentes. Es posible que Zapatero fuera un inocente colaborador, a pesar de ser el máximo beneficiario de la mentira, pero eso, a efectos de esclarecer los hechos, no importa. Importa saber que había funcionarios policiales dispuestos a difundir mentiras con tal de que prevaleciera, antes de las elecciones, la tesis islamista. Si lo de los suicidas era una mentira propagada por policías socialistas, ¿por qué hemos de creer a pies juntillas el resto de pruebas por ellos reunidas? ¿No es tan relevante para el juicio saber cuál es la fuente de Díaz de Mera como conocer cuál fue la fuente de Zapatero?
En realidad, el mayor problema que plantea el 11-M es que todo lo que procede de la Policía está desgraciadamente en entredicho y exige, para que sea creíble, ulterior corroboración y son pocos los testimonios o las pruebas que se la otorgan.
Por otra parte, El Mundo y El País están enzarzados en una estéril polémica acerca del testimonio de la viuda de Jamal Ahmidan, El Chino, de la que se puede afirmar que en algún momento ha debido de mentir. Sin embargo, toda su aportación, además de poco fiable, es confusa y nada esclarecedora. Más mentiras.
Cintas de vídeo.
Ayer se nos narró cómo se hizo la reivindicación del atentado y cómo un policía jubilado, padre de una trabajadora de Telemadrid, recogió la cinta reivindicatoria de una papelera cercana a la mezquita de la M-30. Fue necesario acudir a él porque vivía muy cerca y los terroristas habían amenazado con retirar la cinta si no era recogida en diez minutos. El hombre actuó con coraje porque no era en absoluto descartable que se tratara de una trampa. La dotación que al poco se presentó en el lugar, sin embargo, no tomó ninguna precaución.
El Final.
Lo mejor de la sesión llegó al final. Después de enterarnos de que hubo un manojo de testigos, en su mayoría de origen magrebí, que prefirieron no presentarse a declarar, se sentó ante el tribunal Jaouad El Bouzorouti, un tipo que conoce a Abdelmajid Bouchar (el que escapó del piso de Leganés gracias a que bajó la basura antes de que rodearan el piso y huyó a pie sin que ningún policía pudiera alcanzarle porque se estaba preparando para correr la Olimpíada), conoció a Mohamed Afalah, uno de los implicados que se cree falleció en Irak, y conoce igualmente a Youssef Belhajd, uno de los acusados de ser autor intelectual del atentado, residente en Bélgica. Nada de lo que declaró acerca de sus amistades tiene demasiado interés. Lo importante fue que dijo que “personas del ministerio del interior”, según sus propias palabras, se presentaron en su casa la misma tarde del 11 de marzo para preguntarle por los atentados y muy especialmente por Allekema Lamari. Fue detenido y afirmó que buena parte de su declaración ante el Juez instructor es falsa y que fue inducida por la Policía con la intención de incriminar a Bouchar. Ha dado la impresión de que era un confidente policial de poca monta al que, tras aparecer las primeras pistas islámicas, acudieron a preguntarle si sabía algo (la referencia a Allekema Lamari no es tan sorprendente si se recuerda que para la Policía y el CNI, Lamari era el más peligroso de los terroristas islámicos que circulaba por España) y luego fue detenido a fin de que apoyara la versión oficial con su declaración. Sin embargo, nadie le preguntó si trabajaba para la Policía.
Luego declaró el primer testigo que afirma haber conocido a Lamari, un tal Safwan Sabagh, del que se cree que es confidente del CNI encargado de controlar a Lamari. A éste sí se le preguntó si trabajaba para algún servicio secreto y, entre bromas, contestó que no. Sin embargo, su testimonio, a diferencia del realizado por el anterior testigo, sí sirvió para corroborar la versión oficial al declarar que habló con Lamari el 27 de marzo y éste le dijo que no se dejaría coger vivo. Recuérdese que Lamari es uno de los suicidas de Leganés, del que además existen algunas dudas entre los conspiracionistas de que realmente estuviera en el piso cuando se produjo el suicidio colectivo.
En resumen, puede decirse que los detalles de la trama asturiana, de la que ayer también se habló cuando comparecieron dos de los Guardias Civiles que controlaron a Rafá Zouhier, las circunstancias concretas de la explosión de Leganés, la mayor o menor radicalización de los suicidas y de los acusados en los tiempos anteriores al atentado, las fechas concretas en que se realizaron tales o cuales viajes penden del hilo de la nitroglicerina. Si ésta se confirma, casi todo resultará irrelevante.
Emilio Campmany
El Mundo se despachó ayer con dos primicias. La más importante, con diferencia, se refiere a la nitroglicerina aparecida en una de las muestras recogidas en los focos donde tuvieron lugar las explosiones. Recuérdese que los ocho analistas encargados por el tribunal de hacer la prueba pericial más importante del juicio encontraron, en el polvo con el que los bomberos apagaron uno de los fuegos provocados por las explosiones, nitroglicerina.
La nitroglicerina es un componente del Titadyne, la dinamita que habitualmente emplea ETA debido a que posee grandes cantidades de ella tras un robo perpetrado en 1999. Además, la Goma 2 ECO, el explosivo que, según la versión oficial, emplearon los terroristas, no contiene nitroglicerina. Así que, en los focos de los trenes ya han aparecido dos componentes que no están presentes en la Goma 2 ECO y sí en el Titadyne: el dinitrotolueno (DNT) y la nitroglicerina. La presencia de DNT se ha justificado por la Policía alegando una supuesta contaminación, corroborada por el hecho de que la Goma 2 ECO hallada en la mochila de Vallecas, en la Renault Kangoo y en Leganés aparecía contaminada igualmente con DNT. No obstante, hay que recordar que sólo estaba contaminada con DNT la Goma 2 ECO custodiada por los TEDAX, no así la que, tras ser desactivado el artefacto que debía haber estallado al paso del AVE a la altura de Mocejón, se custodió en poder de la Guardia Civil y de la Audiencia Nacional. El hallazgo de la nitroglicerina en el polvo del extintor puede considerarse una prueba irrefutable de que lo que estalló, al menos en el foco de donde se recogió la muestra, uno de los de la estación de El Pozo, no fue Goma 2 ECO.
Pues bien, Alfonso Vega, jefe del laboratorio de la Policía Científica y uno de los ocho analistas encargados por el tribunal de averiguar qué estalló en los trenes, explica la presencia de la nitroglicerina alegando una nueva contaminación. Sin embargo, en este caso, la explicación carece de credibilidad, no sólo porque es inconcebible que las muestras se guarden en bolsas de material poroso, tal y como afirma, sino porque en el resto de las muestras guardadas en el mismo lugar no aparecen rastros de nitroglicerina. (Hay que recordar que todas las muestras recogidas en los focos fueron lavadas con agua y acetona durante su análisis en el laboratorio de los TEDAX y, al parecer, tal lavado impide que queden restos de la hipotética nitroglicerina que pudiera estar entre las sustancias que componían el explosivo empleado y que, como es lógico, el polvo de extintor recogido en El Pozo es la única muestra que no fue lavada). Si las muestras, custodiadas todas en una caja, estuvieron expuestas a una contaminación de nitroglicerina, lo lógico sería que todas ellas aparecieran contaminadas.
Este esfuerzo por defender la versión oficial por parte de un funcionario policial demuestra la importancia del hallazgo. Es fácil de entender. Todo el sumario se apoya en la Goma 2 ECO que adquirió El Chino a los asturianos y que apareció en los sitios ya citados, la mochila de Vallecas, la Renault Kangoo y en el piso de Leganés. Si, tal y como demuestra la aparición de nitroglicerina, el explosivo empleado en el atentado no fue Goma 2 ECO, se hacen inevitables algunas consecuencias: 1) a los efectos del juicio, no será posible condenar a ninguno de los que se sienta en el banquillo como autor del atentado; podrán serlo como inductores, aunque sin saber a quién indujeron; podrán serlo por integración en organización terrorista, por tráfico de explosivo, por obstrucción a la Justicia y por cuantas cosas más se quiera, pero no como autores; con ser esto grave para la imagen de España en el extranjero, esta es la menos importantes de las consecuencias; 2) habrá que empezar de nuevo la investigación, partiendo, casi tres años y medio después, casi de cero, lo que induce a pensar que ya no será posible averiguar toda la verdad; y 3) lo peor, habrá que investigar si la torpeza con la que se ha llevado la investigación – durante la cual no se realizó un análisis científico de los restos de los focos y ha habido que esperar a que lo ordenara el tribunal encargado de enjuiciar los hechos – está exclusivamente motivada por la negligencia o ha habido algo más por parte de algún funcionario.
Mentiras.
La jornada de ayer empezó en realidad el domingo, con un artículo de Pedro J. Ramírez en El Mundo en el que había dos cosas destacables: es el primer artículo de uno de los conspiracionistas más conspicuos en el que abiertamente se adelanta una hipótesis a la versión oficial: el 11 - M fue, según el director de El Mundo, una “joint venture”, esto es, obra a medias de islamistas y etarras. Lo curioso, en este punto es que Pedro J. no aporta nada que ya no se supiera, lo que a su vez hace preguntarse: ¿por qué no adelantó antes esta hipótesis?
Lo segundo que hay que destacar en él es la transcripción que hace de una conversación mantenida con Zapatero la noche del 11 - M, en el que el hoy Presidente de Gobierno ya acusó a Aznár de estar mintiendo al ocultar a la opinión pública la presencia de suicidas en los trenes, cosa que, al parecer, sabía de muy buena tinta, por tener gente dentro de la Policía. Con independencia de la irresponsabilidad de transmitir a un director de periódico lo que luego demostró ser una intoxicación, lo más notable es el obvio esfuerzo que dentro de la Policía se estaba haciendo por parte de funcionarios próximos al PSOE por consolidar la tesis islamista recurriendo a pruebas inexistentes. Es posible que Zapatero fuera un inocente colaborador, a pesar de ser el máximo beneficiario de la mentira, pero eso, a efectos de esclarecer los hechos, no importa. Importa saber que había funcionarios policiales dispuestos a difundir mentiras con tal de que prevaleciera, antes de las elecciones, la tesis islamista. Si lo de los suicidas era una mentira propagada por policías socialistas, ¿por qué hemos de creer a pies juntillas el resto de pruebas por ellos reunidas? ¿No es tan relevante para el juicio saber cuál es la fuente de Díaz de Mera como conocer cuál fue la fuente de Zapatero?
En realidad, el mayor problema que plantea el 11-M es que todo lo que procede de la Policía está desgraciadamente en entredicho y exige, para que sea creíble, ulterior corroboración y son pocos los testimonios o las pruebas que se la otorgan.
Por otra parte, El Mundo y El País están enzarzados en una estéril polémica acerca del testimonio de la viuda de Jamal Ahmidan, El Chino, de la que se puede afirmar que en algún momento ha debido de mentir. Sin embargo, toda su aportación, además de poco fiable, es confusa y nada esclarecedora. Más mentiras.
Cintas de vídeo.
Ayer se nos narró cómo se hizo la reivindicación del atentado y cómo un policía jubilado, padre de una trabajadora de Telemadrid, recogió la cinta reivindicatoria de una papelera cercana a la mezquita de la M-30. Fue necesario acudir a él porque vivía muy cerca y los terroristas habían amenazado con retirar la cinta si no era recogida en diez minutos. El hombre actuó con coraje porque no era en absoluto descartable que se tratara de una trampa. La dotación que al poco se presentó en el lugar, sin embargo, no tomó ninguna precaución.
El Final.
Lo mejor de la sesión llegó al final. Después de enterarnos de que hubo un manojo de testigos, en su mayoría de origen magrebí, que prefirieron no presentarse a declarar, se sentó ante el tribunal Jaouad El Bouzorouti, un tipo que conoce a Abdelmajid Bouchar (el que escapó del piso de Leganés gracias a que bajó la basura antes de que rodearan el piso y huyó a pie sin que ningún policía pudiera alcanzarle porque se estaba preparando para correr la Olimpíada), conoció a Mohamed Afalah, uno de los implicados que se cree falleció en Irak, y conoce igualmente a Youssef Belhajd, uno de los acusados de ser autor intelectual del atentado, residente en Bélgica. Nada de lo que declaró acerca de sus amistades tiene demasiado interés. Lo importante fue que dijo que “personas del ministerio del interior”, según sus propias palabras, se presentaron en su casa la misma tarde del 11 de marzo para preguntarle por los atentados y muy especialmente por Allekema Lamari. Fue detenido y afirmó que buena parte de su declaración ante el Juez instructor es falsa y que fue inducida por la Policía con la intención de incriminar a Bouchar. Ha dado la impresión de que era un confidente policial de poca monta al que, tras aparecer las primeras pistas islámicas, acudieron a preguntarle si sabía algo (la referencia a Allekema Lamari no es tan sorprendente si se recuerda que para la Policía y el CNI, Lamari era el más peligroso de los terroristas islámicos que circulaba por España) y luego fue detenido a fin de que apoyara la versión oficial con su declaración. Sin embargo, nadie le preguntó si trabajaba para la Policía.
Luego declaró el primer testigo que afirma haber conocido a Lamari, un tal Safwan Sabagh, del que se cree que es confidente del CNI encargado de controlar a Lamari. A éste sí se le preguntó si trabajaba para algún servicio secreto y, entre bromas, contestó que no. Sin embargo, su testimonio, a diferencia del realizado por el anterior testigo, sí sirvió para corroborar la versión oficial al declarar que habló con Lamari el 27 de marzo y éste le dijo que no se dejaría coger vivo. Recuérdese que Lamari es uno de los suicidas de Leganés, del que además existen algunas dudas entre los conspiracionistas de que realmente estuviera en el piso cuando se produjo el suicidio colectivo.
En resumen, puede decirse que los detalles de la trama asturiana, de la que ayer también se habló cuando comparecieron dos de los Guardias Civiles que controlaron a Rafá Zouhier, las circunstancias concretas de la explosión de Leganés, la mayor o menor radicalización de los suicidas y de los acusados en los tiempos anteriores al atentado, las fechas concretas en que se realizaron tales o cuales viajes penden del hilo de la nitroglicerina. Si ésta se confirma, casi todo resultará irrelevante.
Emilio Campmany
No hay comentarios:
Publicar un comentario