LA POLICÍA MULTIPLICA LOS CONTROLES EN CEUTA POR TEMOR A QUE SE INFILTREN TERRORISTAS DE AL QAEDA. VIGILARÁ A LOS 20.000 MARROQUÍES QUE ENTRAN A DIARIO EN LA CIUDAD PARA QUE NINGÚN YIHADISTA APROVECHE LOS PERMISOS DE TRABAJO PARA PENETRAR EN ESPAÑA. MIL AGENTES PROTEGEN YA A SUS 70.000 HABITANTES. LA FRONTERA, REFORZADA AL MÁXIMO.
Los atentados de Argelia y Marruecos de los últimos días - dos terroristas suicidas se inmolaron ayer mismo en Casablanca cuando eran perseguidos por la Policía - han dejado estupefactos no sólo a los países norteafricanos. Un temor rayano con la psicosis se ha apoderado también de Ceuta y Melilla, que contemplan la peligrosa cercanía del terrorismo de Al Qaeda y temen convertirse en la próxima estación de esta sangrienta campaña de salvajes atentados. Aunque el Gobierno ha lanzado en los últimos días un mensaje que mezcla la prudencia con el optimismo, lo cierto es que el refuerzo de las medidas de seguridad de la ciudad autónoma de Ceuta habla de algo más que temor o inquietud. Más controles en los pasos fronterizos, más policías, un mayor nivel de alerta antiterrorista...; toda precaución parece poca ahora mismo en previsión de un posible atentado. Ceuta ya estaba en nivel 2 de alerta antiterrorista desde que comenzó el juicio por el 11-M, aunque los atentados de Argel y Casablanca han hecho necesario reforzar aún más las medidas de seguridad. Para empezar, la Delegación del Gobierno ya ha anunciado su intención de vigilar «más de cerca» que los aproximadamente 20.000 marroquíes que cada día entran en la ciudad para trabajar vuelvan al país vecino al final de su jornada laboral. Según fuentes de la Delegación, es «casi imposible» obtener la garantía de que los miles de marroquíes de Tetuán que entran a diario en Ceuta sin visado vuelvan a cruzar la frontera por la noche, ya que «no se puede establecer una causa general e invadir viviendas para controlarlo». «Se está haciendo un esfuerzo permanente por parte de las Fuerzas de Seguridad en ese sentido», señalan los consultados. Dos patrullas de helicópteros de la Jefatura Superior de la Policía se encargan de hacer rondas por las barriadas más cercanas al paso fronterizo del Tarajal, el Príncipe Alfonso y el Príncipe Felipe para localizar a quienes infringen la normativa y continúan en territorio español después de la medianoche. Las Fuerzas de Seguridad saben que «no todos, pero sí algunos de ellos», forman parte de grupos dedicados a la delincuencia en la ciudad autónoma, aunque lo que preocupa realmente es la posibilidad de que algunos de los implicados en los atentados intenten huir de la Gendarmería marroquí cruzando la frontera. De hecho, esta misma semana, después de la primera cadena de atentados suicidas, los controles en la frontera del Tarajal se elevaron considerablemente. También se han reforzado los servicios de Extranjería, Información e Inteligencia, por lo que ahora mismo, para una población de 70.000 habitantes, hay 1.000 agentes de las Fuerzas de Seguridad. Otro tanto ha hecho la Policía del Reino alauita, cuyos controles en las carreteras que llevan a Tánger y la antigua capital del Protectorado español se han multiplicado por cuatro en los últimos días. Las delegaciones diplomáticas españolas en el norte de África y las sedes de algunas empresas españolas permanecen, además, en estado de máxima alerta por recomendación del Ministerio de Asuntos Exteriores. A este lado de la frontera, los ceutíes no dudan de que si un día la amenaza terrorista se concreta, muchos huirán. Hace mucho que es vox populi que las inversiones en segundas residencias, e incluso en primeras, se destinan a la adquisición de propiedades fuera de la ciudad porque, como dicen algunos, «nunca se sabe lo que puede pasar». La pasada Semana Santa, por ejemplo, la Virgen de la parroquia del Príncipe ardió por culpa de una vela, pero la casi insoportable tensión social que hay latente en la ciudad puso en lo peor a muchos.
Los atentados de Argelia y Marruecos de los últimos días - dos terroristas suicidas se inmolaron ayer mismo en Casablanca cuando eran perseguidos por la Policía - han dejado estupefactos no sólo a los países norteafricanos. Un temor rayano con la psicosis se ha apoderado también de Ceuta y Melilla, que contemplan la peligrosa cercanía del terrorismo de Al Qaeda y temen convertirse en la próxima estación de esta sangrienta campaña de salvajes atentados. Aunque el Gobierno ha lanzado en los últimos días un mensaje que mezcla la prudencia con el optimismo, lo cierto es que el refuerzo de las medidas de seguridad de la ciudad autónoma de Ceuta habla de algo más que temor o inquietud. Más controles en los pasos fronterizos, más policías, un mayor nivel de alerta antiterrorista...; toda precaución parece poca ahora mismo en previsión de un posible atentado. Ceuta ya estaba en nivel 2 de alerta antiterrorista desde que comenzó el juicio por el 11-M, aunque los atentados de Argel y Casablanca han hecho necesario reforzar aún más las medidas de seguridad. Para empezar, la Delegación del Gobierno ya ha anunciado su intención de vigilar «más de cerca» que los aproximadamente 20.000 marroquíes que cada día entran en la ciudad para trabajar vuelvan al país vecino al final de su jornada laboral. Según fuentes de la Delegación, es «casi imposible» obtener la garantía de que los miles de marroquíes de Tetuán que entran a diario en Ceuta sin visado vuelvan a cruzar la frontera por la noche, ya que «no se puede establecer una causa general e invadir viviendas para controlarlo». «Se está haciendo un esfuerzo permanente por parte de las Fuerzas de Seguridad en ese sentido», señalan los consultados. Dos patrullas de helicópteros de la Jefatura Superior de la Policía se encargan de hacer rondas por las barriadas más cercanas al paso fronterizo del Tarajal, el Príncipe Alfonso y el Príncipe Felipe para localizar a quienes infringen la normativa y continúan en territorio español después de la medianoche. Las Fuerzas de Seguridad saben que «no todos, pero sí algunos de ellos», forman parte de grupos dedicados a la delincuencia en la ciudad autónoma, aunque lo que preocupa realmente es la posibilidad de que algunos de los implicados en los atentados intenten huir de la Gendarmería marroquí cruzando la frontera. De hecho, esta misma semana, después de la primera cadena de atentados suicidas, los controles en la frontera del Tarajal se elevaron considerablemente. También se han reforzado los servicios de Extranjería, Información e Inteligencia, por lo que ahora mismo, para una población de 70.000 habitantes, hay 1.000 agentes de las Fuerzas de Seguridad. Otro tanto ha hecho la Policía del Reino alauita, cuyos controles en las carreteras que llevan a Tánger y la antigua capital del Protectorado español se han multiplicado por cuatro en los últimos días. Las delegaciones diplomáticas españolas en el norte de África y las sedes de algunas empresas españolas permanecen, además, en estado de máxima alerta por recomendación del Ministerio de Asuntos Exteriores. A este lado de la frontera, los ceutíes no dudan de que si un día la amenaza terrorista se concreta, muchos huirán. Hace mucho que es vox populi que las inversiones en segundas residencias, e incluso en primeras, se destinan a la adquisición de propiedades fuera de la ciudad porque, como dicen algunos, «nunca se sabe lo que puede pasar». La pasada Semana Santa, por ejemplo, la Virgen de la parroquia del Príncipe ardió por culpa de una vela, pero la casi insoportable tensión social que hay latente en la ciudad puso en lo peor a muchos.
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