LOS RESULTADOS YA HAN SIDO REMITIDOS AL JUEZ GÓMEZ BERMÚDEZ. EL ANÁLISIS PERICIAL DE LOS EXPLOSIVOS DEL 11-M DEMUESTRA QUE EN EL POZO NO ESTALLÓ GOMA2-ECO.
Según ha podido saber LIBERTAD DIGITAL, el análisis de las muestras de los trenes del 11-M está prácticamente finalizado y los resultados confirman lo que los análisis previos habían detectado: en la masacre de Madrid no se utilizó Goma2-ECO – y vale ya - sino Titadyne o alguna otra dinamita similar. En la muestra de polvo de extintor hallada en uno de los focos de la estación de El Pozo ha aparecido nitroglicerina, nitroglicol, dinitrotolueno y nitrato amónico. Ni la nitroglicerIna ni el dinitrotolueno forman parte de la composición de esa Goma2-ECO que la versión oficial decía que se había utilizado. Sin embargo, esos cuatro componentes sí que forman parte de algunos tipos de Titadyne y de otros modelos de dinamita.
Las pruebas se han repetido cuatro veces, con cuatro equipos distintos (dos cromatógrafos de gases y dos de sólidos) y en las cuatro ocasiones el resultado ha sido el mismo. Durante las pruebas, se ha comparado el cromatograma de la muestra de El Pozo (la gráfica proporcionada por el cromatógrafo para esa muestra) con el cromatograma correspondiente a una muestra de Titadyne, y la coincidencia es perfecta.
El informe de los peritos, según ha podido saber LIBERTAD DIGITAL, habría sido remitido ya al juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala del caso del 11-M. Este informe, donde se resumen los avances obtenidos en los análisis durante las últimas fechas, detalla las pruebas realizadas y los resultados obtenidos hasta el momento. Las conclusiones del escrito confirman la información que ya avanzó el periódico El Mundo este pasado lunes, en el sentido de que en una de las muestras de El Pozo habría aparecido nitroglicerina. Pero el informe desvela, además, según ha adelantado la emisora City FM, que en esa misma muestra habrían aparecido otros tres componentes de dinamita (nitroglicol, nitrato amónico y dinitrotolueno). El escrito representaría, por tanto, la confirmación de que en los trenes de la muerte no se empleó Goma2-ECO.
Esa muestra de polvo de extintor de El Pozo fue la única que, por ser de naturaleza pulverulenta, no fue lavada con agua y acetona en el laboratorio de los Tedax, lo que habría permitido preservar los componentes originales de explosivo, que habrían impregnado el polvo de extintor al ser éste arrojado sobre los focos de explosión.
Cabe recordar que toda la versión oficial de los atentados se basaba en que en el 11-M se habría utilizado dinamita Goma2-ECO, ya que es ese tipo de dinamita el que apareció en la mochila de Vallecas, en la furgoneta Kangoo encontrada en Alcalá en la mañana del 11-M, y en el atentado fallido contra las vías del AVE el 2 de abril de 2004. Precisamente es de la Estación de El Pozo de donde supuestamente provendría, según la versión oficial, la famosa mochila de Vallecas, prueba de cargo contra los 29 acusados que actualmente se sientan en el banquillo.
Esta noticia daría un vuelco radical al desarrollo del juicio por la mayor masacre terrorista de la historia de Europa, ya que vendría a corroborar las múltiples sospechas de falsedad que en estos momentos pesan sobre las pruebas presentadas para avalar la versión oficial de los atentados.
La película de los hechos se va completando. Aquella mañana del 11 de marzo, estalló en los trenes un explosivo que tenía nitrato amónico, nitroglicol, nitroglicerina y dinitrotolueno. Los análisis realizados a primera hora habrían arrojado la presencia de esos componentes, pero alguien tomó la decisión de ocultar aquellos datos que apuntaban a ETA (porque esos cuatro componentes forman parte, entre otras dinamitas, de la Titadyne) y volcar las elecciones sacando las pruebas falsas necesarias para poder responsabilizar a algún cabeza de turco con perfil islamista.
Esta labor de intoxicación masiva de la opinión pública tenía dos caras: de un lado, era necesario llevar a cabo la propia maniobra de ocultación. Para ello, hubo que romper el protocolo y evitar que las muestras de los trenes fueran analizadas por la Policía Científica, con el fin de que no quedara constancia de los análisis. Se hizo necesario no incorporar al sumario la lista de muestras recogidas en los trenes. Se hizo necesario mantener a buen recaudo, dentro del laboratorio de los Tedax, esas mismas muestras. Se hizo necesario no enviar al juez Del Olmo los resultados de los análisis realizados por los propios tedax a mediodía de aquel 11-M.
Esa tarea de ocultación tenía que complementarse con la aparición de las pruebas falsas que permitieran presentar a la opinión pública una hipótesis creible alternativa, para conseguir el efecto deseado. Y esas pruebas falsas debían incluir:
Una teoría sobre cuál era el explosivo de los trenes.
Una explicación del lugar de donde dicho explosivo podría haber salido.
Un grupo de pretendidos islamistas a los que poder responsabilizar de la colocación de las bombas.
Para evitar el razonamiento mortal (si ha explotado Titadyne, el autor más probable es ETA), era preciso convencer a la opinión pública de que había estallado otro explosivo. De ahí la aparición de Goma2-ECO en la furgoneta Kangoo, de ahí la aparición de Goma2-ECO en la mochila de Vallecas. Había entonces que explicar de dónde había salido esa Goma2-ECO, y nada mejor que utilizar para ello a una trama de confidentes controlados que operaban en las minas de Asturias. Y había, finalmente, que encontrar algún "moro" al que poder responsabilizar de los atentados, y al que poder responsabilizarle rápidamente, para poder llegar a tiempo de volcar las elecciones y garantizarse un nuevo Gobierno dispuesto a sostener la gran patraña. El teléfono y la tarjeta encontrados en la mochila de Vallecas permitieron empezar a detener rápidamente a los presuntos (y falsos) islamistas.
La aparición de esos cuatro componentes en la muestra de polvo de extintor de la estación de El Pozo se suma a la aparición de dinitrotolueno en las muestras restantes. Y esos datos permiten afirmar, ya sin ningún género de dudas, que la versión oficial es una gran mentira. Pero estos datos permiten, además, hacer un importante ejercicio de retrospección, para calibrar la verdadera naturaleza de lo que ha pasado en España desde el 11-M: si el día 11 de marzo se hubieran hecho públicos los análisis que demostraban la presencia de esos cuatro componentes de la Titadyne en los trenes, ¿hubiera sido posible la campaña de agitación que tuvo lugar entre el 11 y el 14 de marzo? ¿Hubiera ganado Zapatero las elecciones? ¿Habríamos visto lo que hemos visto en estos tres años? ¿Estaría la banda terrorista ETA a punto de lograr sus objetivos máximos?
Los análisis de las muestras de los trenes han acabado con la versión oficial, pero no sólo con ella: también han terminado con la falsa legitimidad de un Gobierno que accedió al poder merced a una gigantesca maniobra de manipulación de la opinión pública y que ha estado haciendo lo posible, durante estos tres años, por obstaculizar las investigaciones, al mismo tiempo que pactaba el futuro del país con quienes hubieran sido los primeros sospechosos en caso de haberse hecho públicos los análisis de los explosivos inmediatamente después de la masacre.
Díaz de Mera ha de ser procesado, pero no es el único.
Según ha podido saber LIBERTAD DIGITAL, el análisis de las muestras de los trenes del 11-M está prácticamente finalizado y los resultados confirman lo que los análisis previos habían detectado: en la masacre de Madrid no se utilizó Goma2-ECO – y vale ya - sino Titadyne o alguna otra dinamita similar. En la muestra de polvo de extintor hallada en uno de los focos de la estación de El Pozo ha aparecido nitroglicerina, nitroglicol, dinitrotolueno y nitrato amónico. Ni la nitroglicerIna ni el dinitrotolueno forman parte de la composición de esa Goma2-ECO que la versión oficial decía que se había utilizado. Sin embargo, esos cuatro componentes sí que forman parte de algunos tipos de Titadyne y de otros modelos de dinamita.
Las pruebas se han repetido cuatro veces, con cuatro equipos distintos (dos cromatógrafos de gases y dos de sólidos) y en las cuatro ocasiones el resultado ha sido el mismo. Durante las pruebas, se ha comparado el cromatograma de la muestra de El Pozo (la gráfica proporcionada por el cromatógrafo para esa muestra) con el cromatograma correspondiente a una muestra de Titadyne, y la coincidencia es perfecta.
El informe de los peritos, según ha podido saber LIBERTAD DIGITAL, habría sido remitido ya al juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala del caso del 11-M. Este informe, donde se resumen los avances obtenidos en los análisis durante las últimas fechas, detalla las pruebas realizadas y los resultados obtenidos hasta el momento. Las conclusiones del escrito confirman la información que ya avanzó el periódico El Mundo este pasado lunes, en el sentido de que en una de las muestras de El Pozo habría aparecido nitroglicerina. Pero el informe desvela, además, según ha adelantado la emisora City FM, que en esa misma muestra habrían aparecido otros tres componentes de dinamita (nitroglicol, nitrato amónico y dinitrotolueno). El escrito representaría, por tanto, la confirmación de que en los trenes de la muerte no se empleó Goma2-ECO.
Esa muestra de polvo de extintor de El Pozo fue la única que, por ser de naturaleza pulverulenta, no fue lavada con agua y acetona en el laboratorio de los Tedax, lo que habría permitido preservar los componentes originales de explosivo, que habrían impregnado el polvo de extintor al ser éste arrojado sobre los focos de explosión.
Cabe recordar que toda la versión oficial de los atentados se basaba en que en el 11-M se habría utilizado dinamita Goma2-ECO, ya que es ese tipo de dinamita el que apareció en la mochila de Vallecas, en la furgoneta Kangoo encontrada en Alcalá en la mañana del 11-M, y en el atentado fallido contra las vías del AVE el 2 de abril de 2004. Precisamente es de la Estación de El Pozo de donde supuestamente provendría, según la versión oficial, la famosa mochila de Vallecas, prueba de cargo contra los 29 acusados que actualmente se sientan en el banquillo.
Esta noticia daría un vuelco radical al desarrollo del juicio por la mayor masacre terrorista de la historia de Europa, ya que vendría a corroborar las múltiples sospechas de falsedad que en estos momentos pesan sobre las pruebas presentadas para avalar la versión oficial de los atentados.
La película de los hechos se va completando. Aquella mañana del 11 de marzo, estalló en los trenes un explosivo que tenía nitrato amónico, nitroglicol, nitroglicerina y dinitrotolueno. Los análisis realizados a primera hora habrían arrojado la presencia de esos componentes, pero alguien tomó la decisión de ocultar aquellos datos que apuntaban a ETA (porque esos cuatro componentes forman parte, entre otras dinamitas, de la Titadyne) y volcar las elecciones sacando las pruebas falsas necesarias para poder responsabilizar a algún cabeza de turco con perfil islamista.
Esta labor de intoxicación masiva de la opinión pública tenía dos caras: de un lado, era necesario llevar a cabo la propia maniobra de ocultación. Para ello, hubo que romper el protocolo y evitar que las muestras de los trenes fueran analizadas por la Policía Científica, con el fin de que no quedara constancia de los análisis. Se hizo necesario no incorporar al sumario la lista de muestras recogidas en los trenes. Se hizo necesario mantener a buen recaudo, dentro del laboratorio de los Tedax, esas mismas muestras. Se hizo necesario no enviar al juez Del Olmo los resultados de los análisis realizados por los propios tedax a mediodía de aquel 11-M.
Esa tarea de ocultación tenía que complementarse con la aparición de las pruebas falsas que permitieran presentar a la opinión pública una hipótesis creible alternativa, para conseguir el efecto deseado. Y esas pruebas falsas debían incluir:
Una teoría sobre cuál era el explosivo de los trenes.
Una explicación del lugar de donde dicho explosivo podría haber salido.
Un grupo de pretendidos islamistas a los que poder responsabilizar de la colocación de las bombas.
Para evitar el razonamiento mortal (si ha explotado Titadyne, el autor más probable es ETA), era preciso convencer a la opinión pública de que había estallado otro explosivo. De ahí la aparición de Goma2-ECO en la furgoneta Kangoo, de ahí la aparición de Goma2-ECO en la mochila de Vallecas. Había entonces que explicar de dónde había salido esa Goma2-ECO, y nada mejor que utilizar para ello a una trama de confidentes controlados que operaban en las minas de Asturias. Y había, finalmente, que encontrar algún "moro" al que poder responsabilizar de los atentados, y al que poder responsabilizarle rápidamente, para poder llegar a tiempo de volcar las elecciones y garantizarse un nuevo Gobierno dispuesto a sostener la gran patraña. El teléfono y la tarjeta encontrados en la mochila de Vallecas permitieron empezar a detener rápidamente a los presuntos (y falsos) islamistas.
La aparición de esos cuatro componentes en la muestra de polvo de extintor de la estación de El Pozo se suma a la aparición de dinitrotolueno en las muestras restantes. Y esos datos permiten afirmar, ya sin ningún género de dudas, que la versión oficial es una gran mentira. Pero estos datos permiten, además, hacer un importante ejercicio de retrospección, para calibrar la verdadera naturaleza de lo que ha pasado en España desde el 11-M: si el día 11 de marzo se hubieran hecho públicos los análisis que demostraban la presencia de esos cuatro componentes de la Titadyne en los trenes, ¿hubiera sido posible la campaña de agitación que tuvo lugar entre el 11 y el 14 de marzo? ¿Hubiera ganado Zapatero las elecciones? ¿Habríamos visto lo que hemos visto en estos tres años? ¿Estaría la banda terrorista ETA a punto de lograr sus objetivos máximos?
Los análisis de las muestras de los trenes han acabado con la versión oficial, pero no sólo con ella: también han terminado con la falsa legitimidad de un Gobierno que accedió al poder merced a una gigantesca maniobra de manipulación de la opinión pública y que ha estado haciendo lo posible, durante estos tres años, por obstaculizar las investigaciones, al mismo tiempo que pactaba el futuro del país con quienes hubieran sido los primeros sospechosos en caso de haberse hecho públicos los análisis de los explosivos inmediatamente después de la masacre.
Díaz de Mera ha de ser procesado, pero no es el único.
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