POLITICA EXTERIOR ESPAÑOLA.
De todos los desaires que se le podrían hacer no sólo a los Estados Unidos de América, sino a las democracias en general, al Gobierno español ya sólo le falta alquilarle la comunidad foral de Navarra a Jerjes, el tirano persa de la película 300.
Antes, cuando los españoles viajaban a Estados Unidos se identificaban como "spanish, pero spanish de Europa", para darnos una especie de bambolla cultural que queda algo exagerada en un país donde ya todo ocurre sólo para que salga en el "Tomate" (en las antiguas redacciones de periódico lo que pasaba después de las nueve o diez de la noche no había ocurrido, como ahora no existe lo que pase tras la sobremesa).
Sin embargo, como los hallazgos en política exterior española sigan su actual ritmo imparable, no creo que a nadie le queden ganas de identificarse en la primera potencia mundial sino como "spanish pero spanish del sur de Río Grande, de donde usted quiera", porque revelar en la aduana norteamericana que venimos de la patria de los mejores amigos de todos sus enemigos es el camino más corto para que te hagan una prospección rectal hasta lo que dé el puño. Mejor quedar como natural de cualquier país de ésos donde se limitan a odiar sin condiciones a los gringos, porque, tras la visita de Moratinos a La Habana, de la vicepresidenta a China, de Leire Pajín a los artículos encomiásticos de Anson y de ZP al neverland mental de su bosque encantado (de sí mismo), estamos a dos pueblos sin parada de ser incluidos en la nómina de "estados gamberros". Y ya sabemos lo que significa eso. Bromas, las justas.
Ser un interlocutor privilegiado de alguien que sigue sin novedad su proceso de embalsamamiento como es "el de la barba", que dicen en Cuba, nos da derecho también privilegiado a ser un vértice del nuevo y esotérico "eje del mal" compuesto por la fosa de las Marianas, la falla tectónica del valle de San Fernando, ese clásico que son las islas Bermudas, Turín, que es la capital mundial de las sectas masónicas luciferinas, de tan repentina moda entre nosotros, cierta gruta escondida entre Pakistán y Afganistán que nadie sabe dónde está y la ruta de piscinas y teatros de la Ópera seguida por Sonsoles Espinosa.
¿No decían que la política exterior española no existía? No sólo existe, sino que como Exteriores siga con esta agenda extenuante haciendo colegas y aliados de chupipandi por ahí el "eje del mal" va a parecer la guía de lugares con encanto de la "agencia Cook", que según Julio Camba era la que inventó el turismo. De todos los desaires que se le podrían hacer no sólo a los Estados Unidos de América, sino a las democracias en general, al Gobierno español ya sólo le falta alquilarle la comunidad foral de Navarra a Jerjes, el tirano persa de la película 300. Todo lo demás que podríamos mal pensar ya lo ha hecho. Bueno, creo que el dictador loco de Corea del Norte todavía no ha recibido una carta personal del Rey Juan Carlos. Como diría aquél, sonría: mañana puede ser peor.
José Antonio Martínez Abarca.
Antes, cuando los españoles viajaban a Estados Unidos se identificaban como "spanish, pero spanish de Europa", para darnos una especie de bambolla cultural que queda algo exagerada en un país donde ya todo ocurre sólo para que salga en el "Tomate" (en las antiguas redacciones de periódico lo que pasaba después de las nueve o diez de la noche no había ocurrido, como ahora no existe lo que pase tras la sobremesa).
Sin embargo, como los hallazgos en política exterior española sigan su actual ritmo imparable, no creo que a nadie le queden ganas de identificarse en la primera potencia mundial sino como "spanish pero spanish del sur de Río Grande, de donde usted quiera", porque revelar en la aduana norteamericana que venimos de la patria de los mejores amigos de todos sus enemigos es el camino más corto para que te hagan una prospección rectal hasta lo que dé el puño. Mejor quedar como natural de cualquier país de ésos donde se limitan a odiar sin condiciones a los gringos, porque, tras la visita de Moratinos a La Habana, de la vicepresidenta a China, de Leire Pajín a los artículos encomiásticos de Anson y de ZP al neverland mental de su bosque encantado (de sí mismo), estamos a dos pueblos sin parada de ser incluidos en la nómina de "estados gamberros". Y ya sabemos lo que significa eso. Bromas, las justas.
Ser un interlocutor privilegiado de alguien que sigue sin novedad su proceso de embalsamamiento como es "el de la barba", que dicen en Cuba, nos da derecho también privilegiado a ser un vértice del nuevo y esotérico "eje del mal" compuesto por la fosa de las Marianas, la falla tectónica del valle de San Fernando, ese clásico que son las islas Bermudas, Turín, que es la capital mundial de las sectas masónicas luciferinas, de tan repentina moda entre nosotros, cierta gruta escondida entre Pakistán y Afganistán que nadie sabe dónde está y la ruta de piscinas y teatros de la Ópera seguida por Sonsoles Espinosa.
¿No decían que la política exterior española no existía? No sólo existe, sino que como Exteriores siga con esta agenda extenuante haciendo colegas y aliados de chupipandi por ahí el "eje del mal" va a parecer la guía de lugares con encanto de la "agencia Cook", que según Julio Camba era la que inventó el turismo. De todos los desaires que se le podrían hacer no sólo a los Estados Unidos de América, sino a las democracias en general, al Gobierno español ya sólo le falta alquilarle la comunidad foral de Navarra a Jerjes, el tirano persa de la película 300. Todo lo demás que podríamos mal pensar ya lo ha hecho. Bueno, creo que el dictador loco de Corea del Norte todavía no ha recibido una carta personal del Rey Juan Carlos. Como diría aquél, sonría: mañana puede ser peor.
José Antonio Martínez Abarca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario