UN ERROR HISTORICO.
Cuando las tropas nacionales liberaron Málaga, entre otros muchos desastres, encontraron la Parroquia del Sagrario de la Catedral, en el estado que muestran ambas fotografías – una de ellas de detalle – con el consiguiente disgusto y monumental cabreo. La imagen – que a mi me gusta mucho - parece ser que es del Siglo XVII, pero esto es lo de menos.
De inmediato se organizó una “Hermandad Nacional” – no era, en realidad, una Cofradía y la palabra “nacional”, tenía un doble significado: mutilados de toda España podían adherirse a ella y no precisamente “rojos”, aunque una muy conocida dama de la localidad, muy “esperancista”, afirmó, como testigo de excepción, que se permitió que mutilados del bando republicano se adscribieran a la Hermandad e incluso tomaran parte en el desfile – y, ante lo insólito del caso, se solicitó permiso a la Santa Sede para salir en procesión cada Jueves Santo. Concedido el permiso, así se hizo desde 1939 hasta 1976 – su última salida - en la Transición, siendo su primer Hermano Mayor, el General Millán Astray, casi nadie al aparato.
De inmediato se organizó una “Hermandad Nacional” – no era, en realidad, una Cofradía y la palabra “nacional”, tenía un doble significado: mutilados de toda España podían adherirse a ella y no precisamente “rojos”, aunque una muy conocida dama de la localidad, muy “esperancista”, afirmó, como testigo de excepción, que se permitió que mutilados del bando republicano se adscribieran a la Hermandad e incluso tomaran parte en el desfile – y, ante lo insólito del caso, se solicitó permiso a la Santa Sede para salir en procesión cada Jueves Santo. Concedido el permiso, así se hizo desde 1939 hasta 1976 – su última salida - en la Transición, siendo su primer Hermano Mayor, el General Millán Astray, casi nadie al aparato.
(Sobre esta frase hay una anécdota, recién liberada Talavera “del Tajo” – de nuevo, pues, Talavera de la Reina – el General Ríos Capapé, llamó por teléfono y tomó la llamada alguien que – eufórico por la batalla recién ganada – se identificó como el cabo Pérez, “casi nadie al aparato”. Quedó arrestado por telefonema, menudo era el tal Ríos Capapé).
Pronto la Hermandad, “tomó altura” y resultaba uno de los tronos mas imponentes – lo contemplé por primera vez en 1963 – de la Semana Mayor malagueña. Por aquellos años ya procesionaba sobre uno que “había costado mas de veinte mil duros”.
Personalmente discrepo muy respetuosamente de la afirmación, llena de buena voluntad en el recuerdo, de la citada señora – que escribe bajo el seudónimo de “El Nazareno Verde”, que hasta en eso es esperancista Doña Lola Carreras – por lo que ocurrió con posterioridad y porque, en 1939, estaban todos ellos “a buen recaudo” o en el exilio.
Antes de la salida de 1977, mutilados del bando que perdió la Guerra – esto no debe olvidarse, que ahora parece lo contrario – intentaron integrarse en la Hermandad y salir en la procesión. Hasta ahí podían llegar las cosas; vosotros que lo mutilasteis, vais, ahora a “sacar pecho”; ni hablar.
Hubo un movimiento protagonizado por los tibios – de estos siempre hay un montón, dispuestos a lo que sea menester – para que no volviera a salir. No “era conveniente” que a los foráneos o a las sucesivas generaciones de “aborígenes” fuese necesario explicarles lo que se ha dado en llamar “los sucesos de 1931”, con su segunda vuelta – como en el fútbol – en 1936.
Opiné entonces – lo hice a gritos apasionados y fui censurado en la prensa local, probablemente en nombre de la libertad - y sigo pensando lo mismo ahora; que hubiese sido muy conveniente todo lo contrario, ya que si se conoce lo ocurrido, es posible que no se repita. Pero me di con un muro terrorífico; fue imposible, hasta el obispo estaba por la tibieza y topé, también, con el clero.
Se equivocaron. Ahora está, tan a gusto en su capilla y hasta allí vamos a visitarle.
Pronto la Hermandad, “tomó altura” y resultaba uno de los tronos mas imponentes – lo contemplé por primera vez en 1963 – de la Semana Mayor malagueña. Por aquellos años ya procesionaba sobre uno que “había costado mas de veinte mil duros”.
Personalmente discrepo muy respetuosamente de la afirmación, llena de buena voluntad en el recuerdo, de la citada señora – que escribe bajo el seudónimo de “El Nazareno Verde”, que hasta en eso es esperancista Doña Lola Carreras – por lo que ocurrió con posterioridad y porque, en 1939, estaban todos ellos “a buen recaudo” o en el exilio.
Antes de la salida de 1977, mutilados del bando que perdió la Guerra – esto no debe olvidarse, que ahora parece lo contrario – intentaron integrarse en la Hermandad y salir en la procesión. Hasta ahí podían llegar las cosas; vosotros que lo mutilasteis, vais, ahora a “sacar pecho”; ni hablar.
Hubo un movimiento protagonizado por los tibios – de estos siempre hay un montón, dispuestos a lo que sea menester – para que no volviera a salir. No “era conveniente” que a los foráneos o a las sucesivas generaciones de “aborígenes” fuese necesario explicarles lo que se ha dado en llamar “los sucesos de 1931”, con su segunda vuelta – como en el fútbol – en 1936.
Opiné entonces – lo hice a gritos apasionados y fui censurado en la prensa local, probablemente en nombre de la libertad - y sigo pensando lo mismo ahora; que hubiese sido muy conveniente todo lo contrario, ya que si se conoce lo ocurrido, es posible que no se repita. Pero me di con un muro terrorífico; fue imposible, hasta el obispo estaba por la tibieza y topé, también, con el clero.
Se equivocaron. Ahora está, tan a gusto en su capilla y hasta allí vamos a visitarle.
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